Quejarse es una de las estrategias favoritas del ego para reforzarse. Toda queja es una interpretación que la mente inventa y que tú te crees por completo. El resentimiento es la emoción que acompaña a la queja y al etiquetado mental de la gente, y que añade aún más energía al ego. El resentimiento significa sentirse amargado, indignado, agraviado u ofendido. No reaccionar al ego de los otros es una de las maneras más eficaces de superar el propio ego, y también de disolver el ego colectivo humano. Pero solo puedes estar en un estado de no reacción si eres capaz de reconocer que la conducta de alguien viene del ego, que es una expresión de la disfunción colectiva humana. Cuando te das cuenta de que no es algo personal, ya no existe la compulsión de reaccionar como si lo fuera. No reaccionar no es un signo de debilidad, sino de fuerza. Otra palabra para la no reacción es perdón. Perdonar es pasar por alto, o más bien mirar más allá del ego para ver la cordura que hay en todo ser humano, que es su esencia. Al ego le encanta quejarse y sentir rencor, no solo de otras personas, sino también de las situaciones. El mayor enemigo del ego es el momento presente, es decir, la vida misma. Debemos esforzarnos por ser conscientes de la voz en la cabeza, tal vez en el momento preciso en que se queja de algo, y reconocerla como lo que es: la voz del ego, nada más que una pauta mental condicionada, un pensamiento. La voz no eres tú, tú eres el que es consciente de ella. Eres la conciencia que es consciente de esa voz. ECKHART TOLLE.