La mente vive en el pasado o en el futuro o, en el pasado y en el futuro. Vivir en el pasado genera tristeza, melancolía y depresión; vivir en el futuro genera ansiedad. El cuerpo físico es el único que está anclado al presente, al aquí y al ahora. La meditación nos ayuda a observar el estado de nuestra mente y a no quedarnos enganchados a nuestros pensamientos al volver todo el rato la presencia a sentir la respiración en el cuerpo. Mi maestra de meditación Ana Moves explica que el estómago genera jugos gástricos y la mente pensamientos por lo cual es imposible y contra natura dejar la mente en blanco, a lo que añade que lo que si es posible es dejar de identificarte con lo que piensas. Me encanta esta explicación porque me ayuda a comprender y a no luchar con la naturaleza de la mente, también me hace cuestionarme, ¿acaso somos lo que pensamos? Todos los pensamientos que generan malestar NO ERES TÚ sino tu ego, la Esencia es simple, tranquila, libre de sufrimiento.
La respiración es la vía más fácil hacia nuestra casa, hacia nuestro interior. Seguir el baile que genera en nuestro cuerpo, cómo se llena y se vacía de aire, ayuda a abandonar la superficie del océano donde están las olas agitadas de las emociones y pensamientos para zambullirse a las profundidades quietas, oscuras y silenciosas del Ser. Que curioso que la respiración sea capaz de situarnos en el presente y que nunca nos paremos a sentir cómo respiramos. La práctica comienza sentado con los ojos cerrados y muy probable con la ayuda de un guía para que no te autoengañes, y después necesita ser expandida a tu día a día: cuando escuchas una conversación, cuando estás en un momento incómodo, cuando la rapidez de la ciudad te agota y estresa, o en tareas tan cotidianas como comer, lavarte los dientes, ducharte… También cuando simplemente te sientas aturdido por tus propios pensamientos pregúntate, ¿estoy sintiendo mi cuerpo, mi respiración? Es imposible estar pensando y a la vez estar sintiendo ya que no es posible estar en el pasado o futuro y a la vez en el presente, ambos no existen a la vez.
Esta práctica te permite escuchar y sentir aquello que está dentro de ti a la vez que te empoderas al llevar una y otra vez la atención a la respiración desidentificándote de tus propios pensamientos. Al ego le encanta también buscar explicaciones sobre lo que nos pasa y cuando te das cuenta vuelves a estar atrapado en tu mecanismo de sistema de pensamiento y, ¿si pudiéramos simplemente sentir sin necesidad de argumentos, de historias, de entendimiento? Sentir y soltar para no quedarnos atrapados en nuestra propia historia. Es ahí donde aparecen los animales como grandes maestros y su capacidad de percibir, sentir y expresar en el momento todo lo que les ocurre. Gracias a su coherencia no guardan resentimiento, rencor, y por lo tanto no enferman (considerando que hablo de animales que no tienen ningún tipo de trauma)
Al igual que entrenas tu cuerpo esto es un entrenamiento de la mente y todo es cuestión de práctica. Puedes practicar con nosotros a través de las clases online accesibles para todos independientemente de donde vivas y también puedes venir a visitarnos con quedadas regulares para practicar con los caballos inspirándonos en cómo ellos meditan, sintonizándonos con su frecuencia y permitiendo que ellos nos guíen.