A veces, las caídas fuertes de los caballos vienen a enseñarnos algo de lo que quizás no éramos muy conscientes, te cuento nuestra experiencia.
Ella es Marlo, una preciosa yegua de 5 años que aún está descubriendo el mundo, que nunca nadie había montado y que, como cualquier potro, se asusta de todo lo que se mueve. Pues llegó a mi vida en Mayo del 2021 y comencé a trabajar con ella con ayuda de Aventuras a Caballo, expertos equinos con más de 30 años de experiencia. Yo llevaba tan sólo 3 años montando y si, monto bien y me creí capaz del reto que tenía entre las manos.
Inconsciente de mi afán de superioridad y de mi poca prudencia y visión del peligro de lo que estaba haciendo junto con una inflación de ego, el 3 de septiembre del 2021 casi nos matamos. Estábamos paradas al lado ya de casa, se asustó de la casa de mi vecina y decidió saltar un muro con una caída de unos 2 m de desnivel. Por suerte no nos pasó nada, Marlo ni un rasguño a pesar de dar alguna vuelta de campana y yo gire la primera vértebra con la que lo normal es quedarse paralítico o directamente morir. He de decir que el casco me salvó la vida junto con un ángel que nos guardaba de cerca (dicho literalmente por el fisio)
Mucha gente me decía que no me preocupara, que cuando montas mucho a caballo es normal que ocurran caídas pero yo sabía que tenía que aprender algo muy importante. He pasado algún tiempo deprimida y los primeros días despues de la caía he de reconocer que, aunque sabía que la responsabilidad de lo ocurrido era mía, sentía cierto rencor hacia Marlo a la vez que iba a darle cariño y me preocupaba de que ella también estuviese bien.
A día de hoy, ya recuperada y con perspectiva de lo sucedido, he de darle las gracias a Marlo.
Gracias a ella he conseguido traspasar mi sistema de creencias autolimitante y soltar trabajos a los que me agarraba presa del miedo. He podido reconducir el rumbo de mi vida hacia lo que de verdad más me apasiona: los animales. Me he hecho consciente de lo rápido que pasa la vida y de cómo malgastaba mi tiempo y peor aún, mi energía con cosas que no me llenaban. Me he dado cuenta de que me queda muchísimo por aprender sobre los animales y de mi vocación a acompañarles, cuidarles y beneficiarles en todo lo que me sea posible. También me ha enseñado mi imprudencia, mi falta de respeto, responsabilidad, constancia y compromiso hacia la vida. A abandonar la prisa por conseguir el objetivo y a la vez aprender a no perderlo de vista. Me ha ayudado a parar, a ir sin prisa por la vida y a profundizar en mi práctica de meditación y silencio.
Ahora soy feliz de verla libre con su manada, ver cómo aprende de los suyos y ser capaz de quitarme del medio y esperar a que llegue nuestro momento, momento en que las dos estemos preparadas sin forzar el curso natural de nuestro aprendizaje.
Gracias Marlo por enseñarme tanto, te adoro.
Y tu, ¿alguna vez ha venido un animal a tu vida a hacerte un poquito más consciente?
Me encantaría que compartieras tu experiencia❤